Desde el inicio de la segunda ola de coronavirus a principio de diciembre pasado, se recibieron ocho fallecidos en el cementerio COVID-19, los cuales fueron enterrados de acuerdo a protocolo, informó el jueves su administrador, Luís Miguel Humaday.


“Hemos terminado el año con cinco difuntos en el mes de diciembre, ya este mes de enero se enterraron tres personas, dos positivos un sospechoso de coronavirus”, indicó.

Pidió a la población cuidar su salud, porque todavía hay personas que no creen en el rebrote de la pandemia, pero los resultado trágicos no se pueden negar. Hay campo todavía para 400 personas que no quieren cuidarse, advirtió.

Desde que enterraron el primer cadáver el 20 de abril  de 2020 se tiene registrados 456 difuntos, entre sospechosos y positivos. El día que llegaron más fallecidos fue el 19 de mayo, cuando sepultaron 19 difuntos.

Con relación a las condiciones del terreno en este periodo lluvioso, respondió que el campo santo es nuevo y construido sobre tierra greda, por tanto es un problema movilizar personal y maquinaria.

“Sin embargo, con el equipo de los sepultureros estamos tratando de hacer un buen trabajo para que los familiares puedan despedir a sus seres queridos, dándoles cristiana sepultura”, manifestó.

Son cuatro sepultureros que se encargan de bajar los ataúdes, con apoyo de un operador de maquinaria, además del personal administrativo.

Humaday, explicó que previamente se coordina con las funerarias porque la fosa debe tener por lo menos tres metros de profundidad, por tanto se precisa de maquinaria. Las funerarias deben comunicar el entierro una hora antes para movilizar maquinaria.

Lamentó que los dolientes no comprendan que no deben aglomerarse, lo cual causa problemas incluso amenazas de agresiones físicas.