El día comenzó como cualquier otro en Uvalde, con el ajetreo cotidiano de un pueblo humilde y de mayoría latina cerca de la frontera de Estados Unidos con México.


Hasta el martes al mediodía, esta localidad a más de 130 kilómetros de San Antonio, en Texas, era apenas conocida.

Fue noticia en ocasiones por las caravanas de migrantes que cruzaban desde el sur, pero en general, se la consideraba una comunidad tranquila y unida.

Ahora es el escenario de la peor masacre ocurrida en una escuela de Estados Unidos en casi una década.

Al menos 21 personas murieron (19 de ellos niños y dos maestras) cuando un adolescente de 18 años irrumpió en la primaria Robb con una pistola de mano y un rifle AR-15, se atrincheró en un salón de clases y comenzó a disparar.