Un niño de tres años experimentó picazón intensa y secreciones anormales alrededor de los ojos, lo que llevó a sus padres a llevarlo al oftalmólogo en busca de respuestas. Para sorpresa de los especialistas, descubrieron que las pestañas del niño estaban siendo invadidas por piojos y liendres.


Tras una revisión exhaustiva con un aparato tecnológico, los médicos encontraron una gran cantidad de liendres, los huevos de los piojos, firmemente adheridos a las pestañas del ojo derecho del niño, así como a las criaturas translúcidas amantes del cabello. Según su historial, el niño solía jugar con arena y tocarse los ojos con las manos sucias.

Aunque es extremadamente raro, al niño se le diagnosticó una infección por piojos en las pestañas. Afortunadamente, su visión no se vio afectada por estos molestos parásitos. Después de eliminar los insectos y sus huevos, sus síntomas se resolvieron por completo de inmediato, y se le recetaron ungüentos y gotas para los ojos para su tratamiento. El caso ha sido documentado en la Revista Americana de Oftalmología y sirve como una advertencia sobre la importancia de la higiene y la prevención de infecciones parasitarias en los más pequeños.