La Liga Amateur Platense de fútbol argentino se vio sacudida por un acto de violencia sin precedentes durante el fin de semana, cuando un jugador recibió «agua hirviendo» en la cara lanzada desde la tribuna en pleno partido. El impactante suceso, que obligó a suspender el juego, ha generado indignación y condena en todo el país, resaltando una vez más los desafíos persistentes en la erradicación de la violencia en el deporte.


El incidente ocurrió durante un partido correspondiente a la fecha 16 del Torneo Apertura A, donde el equipo Porteño de Ensenada visitaba a Unidos de Olmos. Durante el segundo tiempo del partido, con un empate 1-1 en el marcador, el jugador Ramiro Herrera fue víctima de una agresión impactante cuando le arrojaron lo que se informó como «agua hirviendo» desde la tribuna.

La reacción inmediata del jugador fue tirarse al suelo mientras sus compañeros y el público en las gradas miraban atónitos. Ante la gravedad de la situación, el árbitro decidió suspender el partido, pero los incidentes no quedaron ahí. Se reportaron altercados fuera de las instalaciones del club, donde vehículos pertenecientes a aficionados visitantes fueron apedreados.

A pesar de la agresión impactante, se informó que Ramiro Herrera no sufrió daños graves y su visión no se vio afectada. Fue trasladado de urgencia a un centro de salud para recibir atención médica. El club Porteño emitió un comunicado lamentando lo ocurrido y repudiando la violencia en y fuera de las canchas.

«Por otro lado desde nuestra institución repudiamos todo acto de violencia dentro y fuera de las canchas y bregamos día a día para que esto ya no sea parte de nuestro fútbol», declararon en el comunicado publicado en su perfil de Facebook.

El club Unidos por Olmos, por su parte, también emitió su declaración en la que afirmaron que no se trató de agua hirviendo, sino que se lanzó una bebida al jugador. La encargada del club insinuó que la situación podría haber sido manipulada con el fin de suspender el partido.

Este incidente ha vuelto a poner en relieve la necesidad de erradicar la violencia en el fútbol y en otros deportes, resaltando la importancia de fomentar un ambiente de respeto y juego limpio tanto dentro como fuera del campo. Las autoridades deportivas y la sociedad en general deben unir esfuerzos para asegurar que los eventos deportivos se desarrollen en un entorno seguro y libre de violencia.