Un hombre de 30 años sobrevivió milagrosamente a un accidente en el que se disparó accidentalmente en la cabeza con una pistola de clavos. El hecho ocurrió el pasado 12 de enero, en una obra de construcción en una ciudad de Malasia.


La víctima, identificada como Muhammad Irfan, trabajaba como albañil en la obra cuando se dio cuenta de que la pistola de clavos no estaba funcionando.

En ese momento, decidió inspeccionar la herramienta apuntándola hacia su rostro, una acción que casi le cuesta la vida.

Mientras intentaba arreglar el artefacto, la pistola se disparó y le introdujo un clavo de tres centímetros muy cerca del ojo.

El sujeto no llevaba gafas de protección y el clavo se insertó en el sector frontal de su cerebro, a tan solo centímetros del globo ocular izquierdo.

Muhammad Irfan fue trasladado de emergencia a una clínica, donde los médicos le realizaron una cirugía de emergencia. Los galenos informaron que la herida no había afectado nervios o arterias vitales del cerebro.

Por suerte, el hombre fue operado con éxito y le sacaron el clavo en una sola pieza. Los médicos extrajeron el tejido dañado, curaron el párpado y suturaron la herida.

Sin embargo, el accidente dejó graves secuelas en la vista de Muhammad Irfan. Después de una semana de la cirugía, el paciente no podía cerrar su ojo izquierdo ni ver luz por ahí.

Según Daily Mail, los especialistas que atendieron al hombre de 30 años no continuaron con el proceso, por decisión del paciente.

El caso ha generado conmoción en Malasia y ha servido para alertar sobre la importancia de utilizar las medidas de seguridad adecuadas al manipular herramientas peligrosas.