Cerca de 60 personas, entre policías e hinchas de fútbol, resultaron heridas y 33 aficionados fueron detenidos por los incidentes violentos vividos el jueves en Sofía, coincidiendo con el partido Bulgaria-Hungría, anunciaron este viernes las autoridades búlgaras.


El partido, que terminó con empate 2-2, se jugó a puerta cerrada y bajo fuertes medidas de seguridad. Las protestas fueron en el exterior.

Entre los hinchas que protestaban hubo “24 heridos examinados y siete fueron hospitalizados por traumatismos craneales, fracturas e irritaciones debidas al gas pimienta”, indicó a la AFP Katia Sungarska, portavoz del servicio de Emergencias de la capital.

La policía comunicó por su parte que hubo 33 heridos en sus filas, algunos de ellos “graves”, según el responsable adjunto, Stefan Ivanov.

Por otra parte, 33 hinchas fueron detenidos y la investigación continúa, precisó Ivanov durante una conferencia de prensa, considerando que se había tratado de unos disturbios “sin precedentes”.

La Policía, que tuvo 1.600 agentes desplegados en el dispositivo, había utilizado cañones de agua para dispersar a un grupo de unos 2.000 aficionados.

En un acto de unidad poco frecuente, hinchas de todo el país habían viajado a la capital para reclamar la dimisión del presidente de la Federación Búlgara de Fútbol (BFU), Borislav Mihaylov, que lleva 18 años en el puesto.

Durante los disturbios hubo momentos de fuerte tensión, con petardos, lanzamiento de botellas y piedras. Un vehículo de la policía fue incendiado.

Las autoridades, que hicieron un llamamiento a la calma, habían advertido “de un riesgo alto de disturbios contra el orden público en el interior y el exterior del estadio”.

Por ello se decidió que el partido fuera a puerta cerrada, sin hinchas en las gradas. Inicialmente previsto en Plovdiv, se optó a última hora por trasladarlo a la capital Sofía.